Me da miedo pontificar, no
quiero parecer un cura desde el púlpito, pero creo que nuestro problema como
colombianos es la falta de empatía. Nos
faltó empatía para entender que la guerra le duele terriblemente a quienes la
pelean por nosotros, tanto en nombre de la patria como de un ideal
revolucionario, y que cada día que pasamos en guerra deja marcas y daños
irreversibles en todos los colombianos, sobre todo en quienes viven en zonas de
conflicto, tanto material como espiritualmente.
Nos faltó empatía para
entender al No, a su miedo después de medio siglo de decepciones y atrocidades
que los llevan a creer que las intenciones de las FARC no son sinceras. El
temor frente a la incertidumbre del cambio. ¡Cómo no desconfiar del Gobierno y
de las FARC!
Reconozcamos al otro, y
sigamos caminando hacia la paz. Conversemos y entendámonos ¡Que no volvamos por
favor a la guerra!
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